Comunismo

La hora de la mujer

Los avances sociales en materias de igualdad, la educación o la sanidad se vieron paliados por el declive económico a partir de los 70

MARÍA EUGENIA ALONSO | Madrid

El atleta checo Emil Zatopek (d),medalla de oro en los 5000 metros,es felicitado por el francés Alain Mimoun,medalla de plata
Dos mujeres conversan en una calle de Moscú en 1954. / Agencias

El imperio ruso había estado creciendo y consolidándose hasta que, a principios del siglo XX, ocupaba un amplísimo territorio mal comunicado y en el que gran parte de su población vivía en condiciones de extrema pobreza. La forma de Gobierno se había destacado siempre por una extraordinaria concentración de poder en un estado monárquico absolutista. Pero la primera Guerra Mundial hizo que la dinastía zarista entrara en crisis y cayera.

La falta de comida, materias primas y combustible, sumada al intenso frío y al hambre impulsó la primera revolución socialista del mundo. Desaparecida la figura del zar, los conflictos por la toma del poder vacante enfrentaron dos programas de gobierno radicalmente diferentes: el proyecto liberal encabezado por Kerensky, y el estatalista liderado por Lenin. Fue este último el que se hizo con el poder e inició un experimento social a una escala sin precedentes.

El Gobierno intentó debilitar la dominación patriarcal de la familia. El divorcio no requeriría más intervención judicial y el aborto fue legalizado. Se animó a las mujeres a estudiar y trabajar y se dispusieron guarderías comunales para el cuidado de los niños. El régimen abandonó la política zarista de discriminación contra las minorías nacionales en favor de una política de integrar a los grupos minoritarios en la vida soviética. Se mejoró la sanidad. Se promovieron campañas contra el tifus, el cólera y la malaria y se incrementó el número de infraestructuras y personal médico.

Transformación económica y social

Paralelamente, la economía rusa se fue transformando. Por primera vez, se intenta montar un sistema en el que todas las decisiones económicas sean planificadas por el Estado. A mediados de los años 30 Stalin anunció haberlo conseguido. Toda la propiedad privada sobre medios de producción había desaparecido. La tierra y las fábricas, el comercio, la construcción, el transporte, así como la comunicación y la información pasaron a estar controlados por el Estado. Con la llegada al poder de Breznev se reemprendió la planificación tradicional, lo que supuso el descenso de la producción industrial y agraria.

En la década de los 70, la situación política y económica en la URSS estaba estancada. El sistema, sólido en apariencia, encubría graves deficiencias. La carencia de productos básicos era permanente, el aparato industrial resultaba anticuado y en las fábricas los obreros permanecían ociosos, sin trabajo durante días, por falta de suministros. El despilfarro de materias primas era habitual y la contaminación no se controlaba. El malestar social se hizo cada vez más evidente y la sociedad soviética se alejaba de una clase política incapaz de resolver los graves problemas del sistema.

El fin del comunismo estaba cerca. De nada sirvieron las medidas adoptadas por Mijail Gorbachov para dar un impulso a la maltrecha economía del país. La Perestroika, lejos de sanear las estructuras de la Unión Soviética, y reformar el comunismo, provocó una apertura de esos regímenes tan cerrados y una huída hacia la democracia.

Vídeo

Instantáneas de la vida comunista en Rusia

Diseño: Ignacio Povedano Paz | Coordinación: María Eugenia Alonso