Rusia, país de extremos y contradicciones

La URSS se rompe y los 'satélites' se dispersan

El proceso de democratización y el final de la dictadura del Partido Comunista provocó que mientras el gigante soviético se abría al mundo, se rompiera por dentro

LUISMI CÁMARA | Madrid

Reunión de los líderes de los países de las antiguas Repúblicas soviéticas en Moscú. / Reuters
Reunión de los líderes de los países de las antiguas Repúblicas soviéticas en Moscú. / Reuters

La Unión Soviética, creada tras la revolución de octubre de 1917, llegó a su fin después de un largo proceso que concluyó en 1991. 74 años en los que del triunfo bolchevique se llegó al final del comunismo y la desintegración de la URSS en quince repúblicas independientes -Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Moldavia, Estonia, Letonia, Lituania, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán- que han seguido trayectorias bien distintas desde entonces.

El principio del fin de la URSS comenzó en los primeros años de la década de los 80. La crisis económica ahogaba al Estado, lastrado por el estancamiento de sus instituciones en un modelo obsoleto y que apenas había intentado adaptarse a los cambios que se producían en el mundo. La calidad de vida bajó alarmantemente y los movimientos reformistas comenzaron a tomar impulso entre la anticuada estructura del Partido Comunista. Este nuevo aire de apertura se abrió paso tras la muerte de Brezhnev en 1982 y los cortos mandatos de Andropov y Chernenko. La elección el 11 de marzo de 1985 de Mijail Gorbachov como Secretario General del partido cambió la historia de la URSS y de todos los países que vivían bajo su manto.

La política del nuevo líder soviético se apoyaba en dos pilares: la reestructuración (Perestroika) económica y la apertura (glasnost) política y cultural. El proceso democrático fue avanzando en los siguientes años y la Guerra Fría con los países capitalistas, alentada durante décadas, fue girando hacia una relajación de las relaciones con los antes odiados Estados Unidos.

Acta de defunción

Pero mientras la URSS se abría al mundo, se rompía por dentro. Las reformas internas y la caída en cadena de los regímenes comunistas de los países 'satelites', en 1989, desperezó a los nacionalismos de una Unión de Repúblicas que ya no era tal y que se resquebrajaba por el Báltico. La llegada del populista Boris Yeltsin, enconado rival de Gorbachov, al poder en Rusia terminó por certificar el acta de defunción de la URSS, como reconoció años después Eduard Shevardnadze, último ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética y primer presidente de Georgia tras la independencia.

Pese a que en 1990 muchas de las repúblicas soviéticas ya habían declarado su independencia, fue en agosto de 1991, con el fracaso del golpe de Estado contra Gorbachov, con el que se intentó suspender los logros de la Perestroika y volver al régimen anterior, el que desencadenó definitivamente la disgregación de la URSS y el reconocimiento internacional de la soberanía de sus repúblicas.

El 8 de diciembre de 1991, Rusia, Ucrania, y Bielorrusia anunciaron la fundación de la CEI (Comunidad de Estados Independientes), que más tarde a otras repúblicas ex soviéticas. El día de Navidad de ese año, la Unión Soviética se disgregó oficialmente, la dimisión de Gorbachov colocó definitivamente a la Rusia de Yeltsin como su heredera natural como potencia mundial.

Diseño: Ignacio Povedano Paz | Coordinación: María Eugenia Alonso