La crisis de los misiles fue el momento de la Guerra Fría en que más cerca se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EEUU y de la hecatombe nuclear
MARÍA EUGENIA ALONSO | Madrid
En las elecciones de 1960 fue elegido el candidato demócrata John Fitzgerald Kennedy para ocupar la presidencia de Estados Unidos. En su emotivo discurso de toma de posesión Kennedy expuso claramente los dos vectores de su política exterior: el diálogo con Moscú y el fortalecimiento de Naciones Unidas, cónclave donde habrían de buscarse las soluciones de los conflictos. La propuesta de distensión inspiró también hacia América Latina una política diferente de la del dominio imperial. El programa denominado 'Alianza para el progreso' se basó en el apoyo de los regímenes democráticos, a los cuales se otorgarían fondos a largo plazo, ayuda técnica, programas de intercambio.
Paralelamente, a las puertas de EEUU se había instalado un peón soviético: Cuba. La revolución de Fidel Castro en 1959, que en un principio no se definía como comunista pero que tenía una clara orientación nacionalista, comenzó a tomar medidas que lesionaban los intereses estadounidenses. La reacción de Washington fue inmediata: ruptura de relaciones en 1961, imposición de un bloqueo económico, excluyó a Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos) y organizó, mediante operaciones secretas de la CIA, una fallida invasión de emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón en abril de 1961. En ese contexto, el régimen de Fidel Castro viró hacia el alineamiento con el bloque soviético y el establecimiento de una dictadura comunista en la isla.
En julio de 1962 empezaron a llegar a Cuba cohetes de alcance intermedio capaces de colocar proyectiles nucleares en las grandes ciudades norteamericanas del Este. En octubre, los norteamericanos descubrieron la instalación, ya bastante avanzada, de las rampas y los cohetes. Se trataba de una situación peligrosa y de un desafío; por primera vez las tensiones de La Guerra Fría llegaban a las inmediaciones de EEUU. El Consejo de Seguridad Nacional se dividió sobre la actitud que se imponía tomar: Mc Namara aconsejaba el bombardeo, Fullbright el desembarco y Robert Kennedy el bloqueo. Ésta fue la decisión que prevaleció y el presidente la anunció al país y al mundo; cualquier buque que se acercara a Cuba con material estratégico sería detenido o hundido.
¿Aceptaría la URSS esta decisión? En ningún momento se había llegado a tal grado directo de enfrentamiento entre las dos superpotencias. Finalmente, tras varios días de angustia, Khruschev dio orden de regreso a los buques que se acercaban a la isla y se comprometió a retirar las armas. Kennedy, por su parte, dio consignas de que no hubiese clamor de victoria, que se colaborase con los rusos y se aprovechara el momento para pensar en el desarme. A finales de 1962 la relación Moscú-Washington se volvió más fluida, e incluso llegó a implantarse un teléfono rojo para la comunicación directa entre los máximos mandatarios en previsión de otra crisis.
El 22 de octubre de 1962 Kennedy se dirigió a la Nación con un mensaje televisado de 17 minutos.