La ‘Gran Alianza’ que había permitido derrotar a los fascismos europeos y el expansionismo japonés se rompió nada más acabar la II Guerra Mundial. Se iniciaba un nuevo periodo marcado por la rivalidad que enfrentó a EEUU y la URSS y sus respectivos aliados.
La segunda Guerra Mundial dejó importantes consecuencias en los países que habían participado: millones de muertos y desaparecidos; ciudades destruidas; desplazamientos, hambruna. Nada quedó sin ser afectado: ni puentes, ni ferrocarriles, ni caminos, ni transportes. La mano de obra se resintió y grandes extensiones de tierras se perdieron para el cultivo. La actividad industrial se atrasó, escaseaban las materias primas, las herramientas apropiadas, la tecnología moderna y la energía.
La guerra había terminado con un fuerte golpe contra el capitalismo. Alemania y Japón habían sido derrotadas; Gran Bretaña no estaba en condiciones ni de hacer frente a la nueva situación y ni siquiera de mantener sus viejas posiciones coloniales; la situación de Francia era aún mucho peor.
Ante esta realidad, Europa perdió su papel decisivo en la política internacional, y surgió entonces, un nuevo orden mundial representado por la hegemonía de los Estados Unidos y de la Unión Soviética, alrededor de los cuales, y formando dos bloques enfrentados, el occidental y eloriental, se alinearon los restantes países del mundo. La tensión entre ellos, dio lugar a la llamada Guerra Fría que dominó por completo las relaciones internacionales en la última mitad del siglo XX